Buenos días garuber y bienvenido una semana más a “¡El blog de Miriam!” Me alegra mucho ver que cada vez somos más personas las que participamos activamente en la obra social de Garu Accesibilidad. Cuando empecé esta aventura, sabía que el hecho de tener un blog y hacer directos cada semana sería un trabajo que no crecería de la noche a la mañana, ya que se debe alimentar con contenidos que resulten de interés y además ser constante para así poder darlo a conocer poco a poco, pero como dice una gran cita “las cosas de palacio van despacio”. Veros ahí cada viernes y recibir vuestros mensajes de apoyo al blog, me dan la energía necesaria para creer y saber que juntos lograremos mejorar un trocito del mundo que nos rodea, así que quería empezar este post dándote las GRACIAS.
Hoy quiero hablarte de algo que me ocurrió la semana pasada, concretamente el miércoles, día en el que debía ir al teatro por la mañana para cerrar una de mis giras teatrales en la compañía de Blanca Marsillach con la obra “Se vende ático” escrita por el gran Adolfo Marsillach, donde tuve la suerte de volver a compartir escena y escenario con uno de los actores más veteranos y reconocidos de nuestro país: Don Emilio Gutiérrez Caba. El acto fue precioso y tuvo lugar en Casa de vacas, el Retiro, y como se encuentra en pleno centro de Madrid decidí ir hacia allá en transporte público para evitar los atascos mañaneros y el agobio que supone meterse en la vorágine de coches, sobre todo para mí que aún soy nobel. En el viaje la ida todo se dio fenomenal, sin contratiempos, pero la vuelta fue otro cantar.
Mi hermana Charo (que también tiene grado de discapacidad debido a que sufre fibromialgia) y yo, nos disponíamos a coger el tren con destino a Colmenar Viejo en la estación de Sol. Como hasta hace muy poco he viajado muchísimo en este transporte, ya conocía perfectamente algunos trucos y marcas en el suelo para detectar en qué lugar debía situarme para poder entrar por una de las puertas adaptadas de los trenes, ya que solo hay dos y además están muy separadas entre sí, una al principio y otra al final. Nos recorrimos la estación de lado a lado hasta esta última porque nos venía mucho mejor al llegar a nuestro pueblo, mucho más cerca de la salida. Debo añadir que debido a que el enlace Atocha- Recoletos estaba cortado, ya se habían producido varios retrasos en los horarios de cada tren, y la espera resultó un poco pesada.
La cuestión es que cuando por fin vimos anunciado el tren de Colmenar y observamos cómo va llegando, descubrí que justo en la puerta adaptada por la que queríamos acceder había una pegatina encima del botón de apertura y cierre: “puerta estropeada, disculpen las molestias”. Había dos opciones: meter el turbo corriendo hasta la otra punta para poder entrar en condiciones y sin peligro, o esperar al siguiente tren. Como lo de correr a toda velocidad no es mi especialidad ni la de mi hermana, tuvimos que ver cómo se marchaba sin nosotras. Bueno, suelo tener paciencia y un día corriente no me habría importado, lo que pasa es que debía llegar lo más rápido posible a Colmenar porque un grupo de niños me estaban esperando para hacerme una entrevista como trabajo para su cole. A causa de esta demora, estos niños tuvieron que pedir permiso para faltar a un examen y poder adaptarse a mi horario.
A todos se nos ha escapado algún tren, autobús o metro, a todos nos ha pasado esto de llegar tarde algún día por este motivo. Lo que pasa es que, si las personas con necesidades solo tenemos dos accesos posibles para subir al tren y uno está averiado, por pura estadística es muchísimo más probable que tengamos que quedarnos “en tierra”. Eso sin contar con que únicamente los trenes más modernos cuentan con esa opción, porque en los antiguos directamente nadie pensó en nosotros en su día y no hay entradas accesibles.
Precisamente porque me reitero en que estas cosas nos pasan a todos, este no es un post de queja ni de denuncia, pero sí para pedir por favor que los responsables de mantenimiento y los encargados, en vez de poner la pegatina y pedir perdón por las molestias causadas, revisen más a menudo esas puertas, ya que creo que no les costará demasiado tiempo y sin embargo nos ayudarán mucho, ya que en este caso no serviría el dicho de “si una puerta se cierra, se abre una ventana”.
Quiero pedirte disculpas por la calidad de la imagen, es porque la atrapé justo cuando el tren se iba, así que está algo movida. Mil gracias de nuevo garuber, y te espero en el directo de cada viernes, un abrazo gigantesco.