A ti, que me miras con una mezcla de compasión y paternalismo y posas tu mano sobre mi hombro dándome ánimos sin decirlo. Te entiendo, porque no conoces mi historia ni has mantenido una conversación conmigo, te entiendo porque tal vez, lo único que alcances a ver cuando me observas es a una chica joven con andador, ese artilugio aparatoso que suelen llevar los ancianos de avanzada edad para evitar que todo el peso de su cuerpo caiga sobre las caderas. No sabes cuánto te comprendo, de verdad.
Pero déjame decirte que esta circunstancia de cuatro ruedas que me ha tocado empujar cada día, en realidad hace mucho tiempo que se convirtió en mi mayor fortaleza. Si, precisamente aquello que crees que me hace más vulnerable ante los demás, es el as que guardo bajo mi manga, ya que desde muy pequeña me ayudó a comprender la importancia de aceptar las cartas que nos tocan en esta vida, y no solo a aceptarlas, sino a aprender a jugarlas con destreza y sabiduría.
Porque el hecho de nacer con una falta de movilidad, me ayudó a desarrollar la mente y llegar a una forma de pensar que difícilmente habría alcanzado si las cosas hubieran sido de otra manera.
Hoy tengo varias certezas que quiero compartir contigo, no sin antes dejar claro que no pretendo cambiar tu visión, pero si intentar que abras tus horizontes y que replantees tu mirada cada vez que te cruces con alguien como yo. ¿Pobrecita o afortunada?
Bien, éstas son algunas de las cosas que mi bólido más comúnmente conocido como andador, me ha enseñado:
-si quieres ser aceptado lo primero que tienes que hacer es aceptarte. Recogemos lo que transmitimos, cien por cien comprobado. He tenido la suerte de descubrir esto a los 10 años a causa del bullying sufrido por mi diferencia, así que te puedes imaginar la suerte que tengo por crecer queriendo y queriéndome sin necesidad de cambiar un ápice de mi físico.
-cuando algo no puede cambiarse no merece la pena estar perdiendo el tiempo en por qués ni y sis. Es mucho más inteligente invertir el tiempo en pensar aquellas cosas que nos motivan y nos animan a ser mejores, y sobre todo en tener una actitud relajada y receptiva para encontrarlos para qué somos así.
– solo cuando eres consciente de que debes centrar tu atención en la capacidad y no en la discapacidad, puedes ir a por todos tus sueños, uno tras otro. Y tal vez no puedas hacerlo como lo hacen los demás, pero eso lleva un plus añadido, porque además, te vuelves creativo y ágil en cuanto a búsqueda de soluciones se refiere.
-La barrera que no sabe impide hacer el mayor número de cosas no es visible ni tangible pero lo suelen tener todos los seres humanos al menos una vez en la vida: el miedo.
-Que te quiere de verdad te quiere tal cual, y es mucho más fácil distinguir un tipo de persona u otra cuando se tiene una circunstancia que no todo el mundo aceptaría de buen gusto. El resultado son relaciones de mejor calidad.
– ser diferente te ofrece la posibilidad de explorar caminos y formas de pensamiento también diferentes, que por supuesto enriquecen y ayudan a relativizar los problemas de la vida.
A ti que me miras con una mezcla de compasión y paternalismo, te entiendo, pero soy feliz y fuerte, en gran parte por aquello que Este mismo instante te está haciendo sentir pena por mí. Soy diferente pero… ¿es que acaso alguien me ha preguntado antes de la palmadita en la espalda si quiero ser como el resto?
¿Por qué no quitarnos la venda y comenzar a entender que la felicidad es compatible con infinidad de realidades?