Buenos días garuber, ¿cómo estás? espero que muy bien. ¿Qué te pareció la entrevista a Timpers? son realmente geniales, personas de las que hay muchísimo que aprender. Si aún no te has leído el post de la semana pasada te animo a que lo hagas, porque la forma en la que ellos tuvieron una idea y la determinación de llevarla a cabo a base de tomar decisiones firmes y con ilusión, no tiene desperdicio.
Precisamente de eso mismo quiero hablarte hoy: de tomar decisiones, pero decisiones de las buenas, de esas que pueden cambiar el rumbo de tu vida. Para ello debo compartir contigo algo muy especial y muy íntimo a la vez, y es que la casa en la que he vivido durante tres años, pronto dejará de ser mi casa. Acabamos de decidirlo y primera vez voy a mudarme con mi chico a un pueblo que no es el mío, Colmenar, donde he vivido desde que era chiquitita. Me voy porque los alquileres de mi pueblo están subiendo tanto que no queremos asumir la subida de precio que tendrá nuestra casa actual a partir de enero, básicamente porque solo tiene una habitación y no nos parece de recibo pagar 800 € por un inmueble de esas características. Así que estuvimos mirando una casa en Soto del Real a 10 minutos de Colmenar en coche. Esta casita tiene todo lo que yo siempre había soñado: dos habitaciones, baño con plato de ducha (accesible) porche, chimenea, barbacoa y un jardín y piscina compartido. Es muy chiquitita, pero como aún no tenemos familia, tenemos espacio de sobra para los dos.
Dirás, Miri, ¡qué buena noticia! Y la verdad es que lo es, pero voy a ser muy sincera, y es que aunque pinte muy bien, no ha sido una decisión nada fácil, sino que el camino ha estado lleno de miedos:
Miedo a una carretera nueva y diferente a la que estoy acostumbrada. Miedo a los atascos en dicha carretera diferente a la que no estoy acostumbrada. Miedo a salir de mi zona de confort, la cual conozco y me manejo perfectamente. Miedo a un nuevo espacio en el que no estoy segura al cien por cien de si realmente estaremos mejor que aquí (aunque luego pienso en el porchecito y en las noches de manta, taza calentita y chimenea, y se me pasa). Miedo a alejarme de mi familia, porque quieras que no soy la pequeña de siete hermanos y siempre me he sentido muy arropada y porque justo ahora por fin podía hacer todos los recados que mi madre necesitaba, y ahora eso va a ser un poco más complicado. Miedo a que el cambio de espacio no le siente bien a mi relación con Carlos, o a que Rima, mi gatita, no se lleve bien con el mastín de los vecinos con los que compartiremos el jardín. Miedo a no esperarme unos meses más e intentar encontrar algo en Colmenar. Miedo, miedo, miedo.
¿Pero sabes qué? Hay una frase muy sabia que mi madre me repite constantemente: “HIja, si no te metes, no sales”. Y tiene toda la razón, porque lo que quiere decir con ella es que toda esa incertidumbre solo podré resolverla de una manera, y es lanzándome y diciendo que sí. Yo no tengo una bola de futuro que me asegure que tomo la decisión correcta en cada momento, pero precisamente ahí está la magia de la vida, descubrir las cosas por uno mismo, equivocarse y acertar por uno mismo, tomar decisiones por uno mismo. Y es que por mucho que tenga miedo, la verdad es que solo hay una forma de averiguar que soy perfectamente capaz de vivir en cualquier parte, y es saliendo de Colmenar. Solo hay una manera de descubrir que Carlos y yo seremos un equipo feliz allá donde vayamos, o si Rima podrá llevarse bien con la raza canina, y es saliendo de Colmenar. No sé cómo afectará todo este cambio a mi vida diaria, lo que sí sé con certeza es que esta nueva experiencia nos enseñará millones de cosas a los tres que a día de hoy, no sabemos. Y eso sí que me ilusiona. No se puede esperar a que todos los astros se pongan en fila para atreverse, porque al final lo único que hacemos es dejar que el tiempo pase condicionado por la mayor Paralisis cerebral que existe: el miedo.
Así que garuber, te animo a dejar los miedos a un lado y embarcarte en nuevos proyectos vitales, porque todo lo bueno e importante de la vida supone cambios y merece la pena arriesgarse, y porque pase lo que pase, el día de mañana podrás decir bien alto: “ lo hice” “lo probé” “ lo viví” “lo aprendí”. Y eso no te lo quitará nunca nadie.
Nos vemos el viernes en el directo, y ya te enseñaré nuestra casita nueva cuando nos instalemos allí.