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¡Hola! Gracias por estar aquí, y recuerda que cada lunes subiré un nuevo post con la intención de hacerte sonreír. Tal vez últimamente me hayas visto en la televisión subida a uno de los escenarios españoles más imponentes del momento, ese que lleva una V gigante por bandera, V de valentía. El día que salí a cantar en aquel programa, tenía tantos nervios agarrados con fuerza al estómago que por un momento creí que podrían conmigo. No tenía ni idea de si sería capaz de controlar la respiración o el tembleque de mis piernas, me aterraba desafinar y que mis cuerdas vocales no respondieran ante tanta presión. Aun así, y aunque pude echarme hacia atrás, no lo hice, porque mi pasión por la música estaba por encima del miedo y de todo y porque no soy de las que tiran la toalla antes de empezar.

Precisamente de eso quiero hablarte hoy, de echar un paso al frente en los escenarios, pero no en los que pisamos los cantantes, sino en el tuyo, ya que tú también tienes un escenario al que subirte cada mañana, aunque no sea en el sentido artístico. Ese escenario al que me refiero son tus metas, aquellas cosas con las que sueñas, que te imponen y enamoran a partes iguales y te dan miedo, pero a la vez representan la razón de tu existencia.

Necesito que conozcas algo sobre mi vida antes de seguir: de pequeña, al cantar en el colegio la gran mayoría de las veces no recibía aplausos, solo burlas e insultos. Era empezar a cantar y las carcajadas se escuchaban por encima de los instrumentos, y en infinidad de ocasiones lo mejor hubiera sido salir corriendo de allí. Pero no, correr nunca, y no porque correr no sea lo mío, que también, sino porque siempre he tenido claro que jamás dejaría de cantar. Cada decisión, cada circunstancia, cada NO transformado en SI, me llevó a decidirme, a pisar aquel escenario inmenso y confiar en que pasara lo que tuviera que pasar.

Te cuento esto por lo siguiente: ¿Cuántas veces intentarán hacernos creer que no valemos para desempeñar aquello que nos hace realmente felices? Probablemente muchas, pero a lo largo de mi vida he comprobado una y otra vez que los únicos que podemos determinar nuestros límites somos nosotros mismos. Solo está en tu mano decidir si ante una oportunidad dejas que en tu lucha interior gane el miedo o por el contrario la ilusión, y las buenas razones a las excusas. Así que quiero animarte a que seas TÚ el único dueño de tus sueños, que no dejes que nadie ( y digo NADIE) decida por ti, y que cuando te vengan a la mente pensamientos del tipo: “no seré capaz”, “me conformo con esto aunque no me llene” o “ya no tengo edad para cambiar de rumbo” cierres los ojos y pienses: prefiero vivir sabiendo qué pasa si lo intento, que quedarme con la duda para siempre.

Sueña, solo tú puedes conquistar tu escenario.

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